En sus películas –que transcurren en Austin, Texas– Bob Byington les hace decir a sus personajes cosas incómodas, muchas veces hirientes, y hay una habitual sensación de molestia con el prójimo –con un montón de prójimos– que atraviesa el ambiente. A pesar de esto, los personajes a veces buscan trabajo, compañía y/o relaciones más estables. Cuando los obtienen, comienzan a sabotearlos de manera asordinada pero constante, con bombas emocionales que se arrojan sin anestesia y sin pasión en la superficie. Personajes insatisfechos, desencajados, con neurosis constantes: la base ideal para estas comedias sardónicas en las que podemos ver a alguien arrojando tazas al piso en medio de la lluvia pero con paraguas (en RSO [Registered Sex Offender]), o sentados con un gato encima diciendo que prefieren diez minutos de vida del felino que un año de vida de su interlocutor humano (el propio Byington en Harmony and Me). En el cine de Byington las explosiones de furia tienen energía controlada, limitada: sus personajes, entre ellos una serie de slackers que saltaron –o quizás llegaron caminando– al mumblecore, están mayormente sentados y acostados, o recostados contra una pared. Con estos elementos, un timing extraordinariamente preciso, una duración de alrededor de una hora y cuarto para cada película y actores que entienden perfectamente la propuesta, el cine de Byington se presenta, con sigilo, como uno de los eslabones fundamentales de la comedia americana –texana– contemporánea. Javier Porta Fouz
Jason Schwartzman y su perro protagonizan la historia de un slacker que, luego de ser despedido de su trabajo, pasa la mayor parte de su tiempo borracho y buscando un propósito en la vida.
Uno de los primeros relatos que formaron parte de la corriente mumblecore. Cuenta la vida de Harmony, un músico treintañero que trata de superar una ruptura amorosa.
Esta es la historia de la rehabilitación poco probable de un delincuente sexual puesto en libertad condicional que trata de reintegrarse a la sociedad.
Un maletín con un contenido misterioso le ofrece a Max la juventud eterna, mientras los envejecidos personajes a su alrededor tropiezan con casualidades entrelazadas a la perfección a partir de viñetas animadas creadas por Bob Sabiston.