Isabelle Huppert, une vie pour jouer

“Somos máquinas de juego”, “el actor es como un ciego que avanza con confianza hacia el precipicio”. La dama de la belleza gélida y cortante, esa que en pantalla pareciera regocijarse en el mal, resulta ser una persona tímida y cálida, capaz de comportarse como una niña grande y a la vez pensarse a sí misma (y a su oficio) con una profundidad envidiable. Toubiana se embarca en un viaje deportivo: seguir durante un año a la inmensa Isabelle Huppert. ¿Qué pasa en un año? Filma con Chabrol, Assayas y Haneke, que muestran hacia la pelirroja el más reverencial de los tratos; hace teatro en Aviñón, y nada menos que Medea; posa para innumerables sesiones de fotos; responde las mil y una preguntas en Cannes; compra pan en París; vive. La vemos como a una reina sin pompa, puro presente, capricho bien canalizado. Es engañosamente transparente. El privilegio es verla trabajar, jugar, sentir miedo antes de una función (sí, ella también es vulnerable), ser omnipresente y a la vez sutil. Todos gozan con su presencia, hasta Haneke, a quien vemos sonreír todo el tiempo, una imagen tan aterradora como el personaje que la Huppert interpreta en La profesora de piano. Guido Segal

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Ficha técnica

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Función:

Viernes 17 - 19:20 h
El Cultural San Martín Sala: 2
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